9 medidas que tienes que conocer para adaptarnos y mitigar los efectos del cambio climático eficazmente

Como bien sabemos, actividades humanas como la agricultura, la ganadería y el consumo de combustibles fósiles, entre muchas otras, ocasionan el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. ¿Y qué hacen estos gases y por qué pareciera que todos estamos hablando de ellos? Su presencia incrementada en la atmósfera genera un desbalance en nuestro planeta conocido como forzamiento radiativo. Este fenómeno, aunque suene muy extravagante, se puede definir fácilmente, ya que sólo implica la diferencia entre la energía del sol absorbida por la Tierra y la energía que es irradiada de vuelta al espacio. En términos llanos, el incremento de la concentración de GEI provoca el incremento de la temperatura en la Tierra, conocido como calentamiento global. Éste, a su vez, ocasiona graves y acelerados cambios en el clima, que dañan a la naturaleza y por lo tanto al ser humano. A esto se le conoce como cambio climático.
Estos dos términos, calentamiento global y cambio climático, son comúnmente utilizados como sinónimos, pero ¿realmente lo son? En realidad, no. Como se menciona en el párrafo anterior, el calentamiento global hace referencia al calentamiento a largo plazo de la superficie terrestre ocasionado por actividades humanas al incrementar la concentración de GEI en la atmósfera. Por otro lado, el cambio climático se refiere a cambios en los patrones climáticos en la Tierra, los cuales pueden ser naturales (como los periodos glaciares e interglaciares) o inducidos por los humanos. Dichos patrones definen los climas locales, regionales y globales. Éstos se reflejan en una amplia variedad de efectos como huracanes, ciclones, otros fenómenos meteorológicos, aumento del nivel del mar, sequías, olas de calor, inundaciones, entre otras situaciones. Más aún, como consecuencia de su amplia variedad, el cambio climático también abarca diversas dimensiones que van más allá de la natural, siendo la económica, social, política y ética igualmente relevantes y urgentes de atender.
El cambio climático llegó para quedarse y representa una problemática muy compleja de enfrentar y resolver. Diversos estudios científicos confirman que incluso si detenemos la emisión de GEI por completo, la temperatura de la Tierra tardaría de cientos a miles de años en regresar a su estado pre-industrial (Zickfeld et al, 2013) lo cual continuará afectando ecosistemas y sociedades por igual. Los efectos del cambio climático son claros y sus consecuencias son inevitables. Los hábitats para muchas de las formas de vida que habitan la Tierra, entre ellas el ser humano, están cambiando a ritmos acelerados y muchas especies no lograrán adaptarse a tiempo. Esto está ocasionando extinciones masivas en todo el planeta y migraciones humanas de dimensiones nunca antes vistas, que a su vez exacerban el problema, al ser la interacción naturaleza-sociedad una de índole cíclica. Es por esto que vivimos en un estado de emergencia. Desafortunadamente, a pesar de la creciente concientización alrededor de esta urgente crisis, las emisiones han seguido en aumento. Es urgente desarrollar y adoptar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.
¿Qué queremos decir con mitigación y adaptación? La mitigación se refiere a la reducción del impacto del cambio climático a través de la disminución y captura de las emisiones de GEI. Esto puede llevarse a cabo de distintas maneras, como al incrementar la participación de energías renovables en la producción de energía o demás soluciones tecnológicas; o con el incremento de depósitos de carbono, reforestando bosques, selvas, pastizales o mangle, restaurando ecosistemas enteros, protegiéndolos y previniendo su degradación, así como un sinfín más de soluciones basadas en la naturaleza. Esto último es importante ya que nos da una herramienta que permite compensar las emisiones de industrias que son difíciles de descarbonizar, como la industria de la aviación, por ejemplo, o simplemente compensar las emisiones que no podemos reducir. El éxito de las medidas de mitigación se puede medir con un conteo metodológico de la concentración de carbono en la atmósfera, lo cual permite calcular la cantidad de emisiones totales anualmente y compararlas con las de años anteriores (Morecroft et al, 2019).
La adaptación, por otro lado, se refiere a la adecuación de modelos actuales para lidiar con los efectos del cambio climático ya presentes. Esto involucra riesgos y oportunidades para reducir la vulnerabilidad, y gestionar los cambios inevitables dentro de sociedades y ecosistemas, por lo tanto, la adaptación es más compleja de medir ya que involucra medidas sociales y ambientales. En términos de conservación de biodiversidad se han identificado tres enfoques: restauración ecológica, intervención directa para reducir la vulnerabilidad de especies y ecosistemas, y el ajuste de la gestión ambiental y sus objetivos, es decir, cambiar la manera en la que los recursos naturales se administran y los objetivos de dicha gestión (Idem, 2019). Para abordar la dimensión social, en cambio, se habla de adaptación basada en ecosistemas (AbE) que involucra el uso de la biodiversidad para ayudar a la gente a adaptarse al cambio climático. Un ejemplo de esto es involucrar a poblaciones indígenas u originarias en el manejo de los recursos naturales a contraposición de aislarlos y enajenarlos de éstos, como ha sido una práctica históricamente común.
Es importante resaltar que con el fin de desarrollar estrategias que logren combinar efectivamente el desarrollo sostenible con la adaptación y mitigación al cambio climático, éstas deben aplicarse en contextos locales, concentradas en la vulnerabilidad específica de las comunidades presentes (Laukkonen et al, 2009). Es por eso que, la implementación de soluciones basadas en la naturaleza tiene un valor particular, ya que tiene la capacidad de integrar adaptación y mitigación, con beneficios para la humanidad y para la biodiversidad.
Sin embargo -a pesar de abordar el mismo problema- estos dos conceptos, mitigación y adaptación, no siempre van de la mano, y esto se debe, en parte, a que en general la mitigación tiende a ser proactiva mientras que la adaptación es reactiva. Por lo tanto, aplicar los dos al mismo tiempo es un reto que bajo una mala implementación puede ser contraproducente. Por ejemplo, los programas de reforestación pueden traer grandes beneficios en términos de mitigación, adaptación y biodiversidad, pero si estos no se diseñan adecuadamente y se plantan árboles en lugares donde previamente no había bosques, ambas, captura de carbono y biodiversidad, pueden ser impactadas negativamente, lo cual exacerbaría los efectos del cambio climático (Bastin et al, 2019).
La batalla contra el cambio climático es una cuesta larga y debe llevarse a cabo desde diferentes frentes, por lo que decidimos enlistar nueve medidas para mitigar y adaptarnos al cambio climático que van más allá de la arena científica natural, pues la necesidad de involucrar lo social y económico para resolver esta problemática, es inminente (Iberdrola, 2021).
El cambio más importante es ideológico.
Presa de gavión elaborada dentro de un proyecto que Toroto implementó con la finalidad de retener el suelo.
Foto: Fernanda De Icaza.
Estas son sólo algunas estrategias útiles para mitigar y adaptarnos a los efectos adversos del cambio climático y evitar que empeoren en un futuro, sin embargo, es necesario transformar nuestra relación con la naturaleza; debemos encontrar puntos de equilibrio entre el consumo de los recursos que necesitamos para satisfacer necesidades, y la conservación y protección de esos mismos recursos. Sin dudarlo, el cambio más importante es ideológico, acercando nuestra forma de vida a una más respetuosa con el ambiente, donde nos veamos como parte de un todo y no como un ente ajeno, superior y con el derecho a decidir sobre las demás formas de vida.
Afortunadamente, no estamos sólos en el camino, y este cambio está sucediendo. Existen muchas personas y empresas, entre ellas Toroto, interesadas en gestionarlo e impulsarlo, sin embargo, es importante recordar que una problemática de este nivel, necesita una respuesta de alcance. La unión y cooperación intersectorial son fenómenos indispensables para lograr un verdadero cambio. En la segunda parte de esta serie de dos artículos, hablaremos sobre las medidas que se están tomando a nivel mundial, su impacto y el pronóstico que nos deparan. Espérala.
Sobre el autor:
Alejandro es colaborador del blog de Toroto. Le apasiona la sustentabilidad y la abogacía social. Actualmente trabaja como consultor independiente. Estudió Ingeniería Industrial y es Maestro en Energía y Ciencias Ambientales.
Explora reflexiones, investigaciones y aprendizajes de campo de nuestro trabajo en la restauración de ecosistemas.